jueves, 4 de julio de 2013

UN PAISAJE DEL BARRIO

Llevo unas semanas de un taller a otro taller.
Hacía 2 años que no me lo hacía.
De momento he sabido que la serie roja del sangre lo tengo por los suelos.
A lo mejor tengo la sangre azul en vez de roja. Ja ja ja.


No sé porqué. Pero desde las tragedias del 2011 he cogido una manía de mirar el cielo cuando salgo del metro o cuando me paro en la calle.
Al salir de la clinica dental ayer por la tarde he encontrado las zapatillas colgadas en el semaforo.

Hace mucho tiempo lo había visto en Times Square de Nueva York.
Me acuerdo que estuve pensando un buen rato ' ¿Algun chaval se moriría del aburrimiento? ¿O algun mendigo o borracho quería saber el tiempo del día siguiente? ¿Estará secandolo alguien que no tiene tendedero? '

Qué punteria tiene. Dificil lo veo engancharlas del primer tiro. 

Entonces, ¿estas zapatillas se han quedado sin dueño?

¡Qué tontería!

Son unas pregutas que te haces de ves en cuándo.

Estoy pudiendo ir a los talleres porque mi cuerpo ya está gritando por todas partes y procuro trabajar 8 o 9 horas en vez de 12 o 15 horas como venía haciendolo durante más de 20 años.
El tiempo sobrante me recoloca a hacer la vida y mi cabeza tiene espacio para pensar en este tipo de tonterías. Da tiempo de contemplar los paisajes cotidianos.

La vida cotidiana y normal.

'Hemos aprendido lo importante que es tener la vida normal.'
Decía mi familia de Fukushima después de los desastres.
Nunca debemos despreciar la mañana que amanece cada día.
Agradecer a la luz de la mañana que es el testigo de la continuidad de tu vida.

La vida es muchas veces cruel como lo que pasó 11 de Marzo del 2011.
En un momento puede cambiar tu vida.
A lo mejor el destino te descoloca totalmente de un dia para otro sin ninguna caridad.

Ha pasado más de 2 años. Siguen 150.000 personas fuera de su hogar.

En estas zapatillas abandonadas he visto el paisaje de la zona de exclusión de Fukushima.
Un paisaje abandonado sin correr el tiempo.

Debo aprovechar cada dia. 
Hay mucho que hacer por mi Fukushima.

¿Ódio a la energia nuclear?
Claro de lo odio.

Le ha quitado la casa de mi hermana y el futuro de los niños.

Demasiadas cosas nos ha quitado y nos ha regalado el miedo.

No quiero que sufra más gente de esta tierra por maldita energia nuclear.   

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